En un lugar desierto hay una mesa para cuatro.
Veo sillas desocupadas, acompañadas de un espacio lleno de ilusiones y de promesas vacías. El peso del aire, ahora, es mayor que nuestro deseo de sentarnos allí.
No me pregunto el porqué de tanta pesadez y creo que tú también entenderías si pudieras ver la escena. Si pudieras ver que la única forma de darles uso a estas sillas es pintando sobre ellas, pretendiendo que NO son lo que son. O quizá fingiendo que la corrosión en el metal no te importa porque tu ropa nada la puede ensuciar.
De cualquier forma, decidir sentarte allí es comprometerte a pretender minuto a minuto y así para ¿qué?
Quizá en el vacío de esta escena encuentres respuestas para volver a empezar.
Porque empezar desde cero es quizá un regalo y no el final. Es regalarte a ti mismo lo que te quieren quitar. Es empezar nuevamente mirando adelante y no atrás.